En el 2012 los medios se hicieron eco del caso del anestesiólogo japonés Yoshitaka Fujii. Había estado fabricando los datos de sus investigaciones durante años a pesar de que las primeras denuncias sobre su trabajo surgieron en el 2000. Actualmente es el nº 1 en el Retraction Watch Leaderboard (183 publicaciones).
Los científicos son los profesionales mejor considerados por la sociedad y quizá por eso nos impacten tanto los titulares sobre casos de fraude en la Ciencia, pero como dijo R. Smitch (editor de la BMJ): «sería una ingenuidad pensar que la investigación es una excepción a las faltas que el hombre comete en otras actividades». ¿Unas cuantas manzanas podridas o una plaga endémica?
A lo largo del ensayo, entremezclando el rigor científico con anécdotas personales, en un tono cercano e informal, el autor nos propone un viaje hacia los entresijos de la ciencia descuidada. En la primera parte, más novelada, conoceremos las historias de decenas de investigadores que en un momento determinado cruzaron las líneas rojas de la integridad, desde el Nobel Sherman Warksman hasta el reciente caso de Carlos López-Otín. El resto del ensayo trata de presentar cuál es el campo de juego alrededor de la integridad científica y las malas prácticas de investigación: qué es qué, quién es quién y casos de buenas prácticas internacionales que podrían ser tomados como ejemplo para aquellas organizaciones que aún no han construido sus políticas de integridad.
El pilar fundamental sobre el que se construye la ciencia es la confianza en el conocimiento compartido. Si la confianza se pierde, la ciencia se derrumba.