Diederik Stapel

Este es un extracto de la sección sobre Diederik Alexander Stapel en el libro «Manzanas podridas…».

Durante los días que estuve documentado el caso de Stapel, las remembranzas a mi etapa de investigador en el equipo del catedrático Salvador Ruiz de Maya (vemos el caso en la página 90) fueron constantes. Al leer la descripción que el propio Stapel realizaba sobre sus ritos para la fabricación de datos de los experimentos, no podía evitar pensar en él como un personaje holandés representado por un actor murciano que interpretaba el papel con maestría —no en vano, el marcador somático que la parte final de mi doctorado forjó en mis neuronas, facilita que aquella configuración cerebral sea reprogramada en mi sistema fácilmente con insignificantes pistas del entorno, como la persona que sufre un atentado revive las mismas sensaciones al escuchar cualquier explosión. Comencemos sin más.

El 24 de abril de 2011 los habitantes de Tilburg, la sexta ciudad más poblada de los Países Bajos, se despertaron orgullosos con la noticia. Un científico de su universidad, Diederik Stapel, había conseguido publicar un artículo en la prestigiosa revista Science. Lo que pocos preveían en aquel entonces es que tan solo medio año después el laureado sería desterrado por haber estado engañando a la comunidad académica —y a la sociedad— durante años.

Stapel nació (1966) y desarrolló su carrera en Holanda. Se graduó en psicología y comunicación (University of Amsterdam), obteniendo el doctorado en psicología social en 1997. Entre 2000 y 2006 trabajó en la University of Groningen y luego pasó a la Tilburg University, donde en 2006 fue fundador del Tilburg Institute for Behavioral Eco- nomics Research (TIBER), del que llegó a ser el decano a partir de septiembre de 2010.
Entre 1995 y 2015 publicó alrededor de 150 artículos en revistas científicas*, incluyendo la revista Science en 2011, muchos de los cuales finalmente resultaron ser fraudulentos. Actualmente aparecen 58 como retirados en la base de datos de Retraction Watch (escritos desde 1996 hasta 2011)85, la mayoría de ellos por falsificación y fabricación de datos pero también por otras causas como conflicto de interés o procedimientos criminales. Stapel era un profesor premiado y de gran prestigio, incluso en 2009 recibió el premio a la trayectoria profesional de la Society of Experimental Social Psychology, pero eso fue antes de desaparecer el velo.

Como leemos en el artículo periodístico de Yudhijit Bhattacharjee en The New York Times, los rumores sobre los métodos de Stapel nacieron ya en su época en la Universidad de Groningen. Como supervisor de tesis doctorales, Stapel adquirió la costumbre de realizar él mismo la recogida de datos de los experimentos que planificaba con sus colaboradores, a quienes finalmente les entregaba una base de datos con los cuestionarios recogidos —algo a lo que sus alumnos de doctorado parecía no importarles e incluso veían con buen agrado—. Stapel solía decirles que pasaba los cuestionarios a un grupo de chi- cos de alguna facultad donde un profesor amigo suyo daba clase, en alguna otra ciudad o en distintos sitios a los que solo él accedía el día de la recogida. La práctica indudablemente levantaba sospechas pero por aquel entonces nadie parecía darle mayor importancia.

Alrededor de 2010 el profesor Ad Vingerhoets (psicólogo social en la Universidad de Tilburg) le pidió colaborar en un experimento para el que Stapel siguió su procedimiento habitual: se encargó de la recogida de datos y posteriormente envió a Vingerhoets directamente los resultados de los análisis. Durante la escritura del artículo Vingerhoets tuvo algunas inquietudes, preguntándose, por ejemplo, si podían existir diferencias entre sexos en el experimento; para acla- rar sus dudas y no cargar con más trabajo a Stapel, le pidió la base de datos, a lo que Stapel respondió con excusas para no entregársela. Vingerhoets sospechó de la reacción y llegó a preguntarse si Stapel, como decano, le estaría poniendo a prueba. Comentó el tema con un viejo profesor quien le dijo: «¿Realmente crees que alguien con el estatus de Stapel necesita falsificar los datos?». En aquel momento Vingerhoets decidió no dar más publicidad a la cuestión.

También en 2010, durante la primavera —según narra el artículo de Bhattacharjee—, un estudiante de doctorado se percató de ciertas anomalías en tres experimentos que Stapel había realizado para él. Cuando el estudiante le pidió los datos brutos, Stapel le dijo que ya no los tenía, lo que provocó cierta preocupación en el estudiante que aprovechando su amistad con un joven profesor del departamento, le comentó el tema.
El joven profesor, movido también por curiosidad, decidió implicarse especialmente; para obtener datos de primera mano comenzó a implicarse en el grupo de Stapel, hasta el punto de realizar un experimento juntos. A principios de febrero de 2011, Stapel informó al joven profesor de que…

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