Este es un extracto de la sección sobre Yoshihiro Sato en el libro «Manzanas podridas…».
Yoshihiro Sato fue un investigador japonés en el campo de la osteoporosis. Su primer artículo publicado está fechado en 1993, por lo que su edad ahora rondaría los 50, y digo rondaría porque se suicidó en enero de 2017 —en el caso de Haruko Obokata (p. 89) recordamos que uno de sus mentores, Yoshiki Sasai, también terminó suicidándose en el edificio del instituto Riken en agosto de 2014—. La mayor parte de su carrera la ejerció en el departamento de neurología del Hospital Mitate, en Tagawa, una ciudad de alrededor de 50 000 habitantes, al sur de Japón.
Web of Science registra más de 400 artículos (peer reviewed) en los que Sato aparece como autor o coautor, otorgándole un h-index de 48, con 8682 citas recibidas*.
Actualmente** Sato ocupa la cuarta posición en el Retraction Watch Leader Board***, con 56 artículos retirados, 18 con expresión de preo- cupación y 3 con correcciones.
He encontrado diversos artículos que narran bien la historia, pero me ha gustado especialmente el publicado en Science el 18 de agosto de 2017 titulado Researcher at the center of an epic fraud remains an enigma to those who exposed him. La mayoría de datos que expongo a continuación los extraigo de él.
Las primeras sospechas estan documentadas en 2005, cuando tres investigadores de la University of Cambridge (UK) enviaron una car- ta al editor de la revista Neurology expresando dudas sobre un artícu- lo publicado por Sato ese año224, preguntándose cómo era posible que el autor del artículo hubiese gestionado 374 pacientes incluidos en el ensayo en tan solo cuatro meses.
No obstante, a pesar de este primer soplo, parece indudable que el caso fue llevado hasta el final gracias al empeño y trabajo desinteresa- do de cuatro investigadores que realizaron una pura labor de perros guardianes (watchdogs —vemos más sobre esta figura en el Capítu- lo E, p. 235): Alison Avenell de la University of Aberdeen (Escocia) y Andrew Grey, Mark Bolland y Greg Gamble de la University of Auckland (Nueva Zelanda), que invirtieron años analizando las pu- blicaciones de Sato.
En 2006 Avenell estaba documentándose para una investigación y tropezó con algunos trabajos del científico en los que apreció datos con altos indicios de ser erróneos, por lo que que decidió no incluirlos en su investigación.
Por esa época (entre 2006 y 2007) las publicaciones de Sato lla- maban la atención por el elevado número de participantes en los en- sayos, teniendo en cuenta el reducido tamaño del Hospital en el que supuestamente eran realizados. Durante el 2007 algunos investigado- res mostraron públicamente las sospechas; Sato respondió225 en una carta al editor publicada en marzo de 2007, indicando que el estudio había sido realizado en tres hospitales, no solamente en el suyo, pero sin indicar el nombre de los mismos. La editorial aceptó las explica- ciones como buenas.
No fue hasta 2012 cuando Avenell sacó a relucir los artículos del científico japonés en las reuniones que mantenía con sus colegas de Nueva Zelanda, Grey, Bolland y Gamble, con los que trabajaba des- de 2008 en diversas publicaciones sobre su especialidad. Llamó la atención de todos cómo cambiaban los resultados de los metaanálisis cuando incluían los trabajos de Sato; de sus experimentos resultaba especialmente llamativo el elevado número de participantes, las ba- jas tasas de abandono y los grandes efectos de los tratamientos en casi todos los casos. Aquí comenzó la investigación en profundidad…
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